“Aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón”
La humildad, es el deseo ardiente de buscar a Dios,...
...es la sumisión, rendimiento a la voluntad de Dios.
...es la sumisión, rendimiento a la voluntad de Dios.
Conocimiento de nuestra bajeza.
El Señor, usa a los humildes, cuando estamos dispuestos a
humillarnos.
A vaciarnos de nosotros mismos para ser vasos que lleven las misericordias
grandiosas, gloriosas, poderosas de su grande y maravilloso Amor.
Porque así dijo el Alto y
Sublime,
el que habita la eternidad,
y cuyo nombre es el Santo:
“Yo habito en la altura y la
santidad
y con el quebrantado
y humilde de espíritu,
para hacer vivir
el espíritu de los humildes
y para vivificar el corazón
de los quebrantados.
Isaías 57:15
El ser humilde no significa que nuestras oraciones sean
humildes, no, sino que pediremos bendiciones espirituales, armas de luz, poder
de Dios para batallar y prepararnos al encuentro de nuestro Señor
Jesús, como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga.
¡Porque esa es la
voluntad de Dios!
¡Gloria a Dios!
“Más vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio,
nación santa,
pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas
a la luz admirable;”
1 Pedro 2:9
¡Aleluya!
Escogidos:
“Para que abras sus ojos, para
que se conviertan de las tinieblas a la luz;
y de la potestad de Satanás a
Dios;
para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los
santificados”
Hechos 26:18
Cualquiera que se humilla será enaltecido por Dios.
Aquel que no reconoce que es un hombre pecador es porque no sabe
humillarse. Es mejor humillarse y aceptar a Jesús para ser bendecido.
La oración
que más agrada a Dios es la “oración de arrepentimiento” es la oración que no
rechaza a Dios, dígale a Dios hermano “aquí
está el más grande pecador de iglesia” “aquí está la más grande pecadora”
Pero si su corazón es de justificación, el creyente vuelve
igual, como el fariseo.
“A un corazón contrito y
humillado no despreciaras tu oh Dios”
(Fragmento del mensaje del Espíritu Santo, dado a su siervo Yiye Avila, para la edificación de la Iglesia del Señor Jesucristo)
¡Gracias Señor!
¡Dios les bendiga!