La Total Redención
El Evangelio del Reino nos
anuncia que el Reino de Dios está a punto de
establecerse en esta tierra.
Cristo viene muy pronto a establecer
un reino de paz y de justicia en este mundo. Esto implica que la plenitud de la
obra redentora se estará manifestando sobre toda la creación.
Gloria a Dios Cuando Cristo
predicó dijo: “El Reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 10:7) en esos días no se iba
a manifestar visible en la tierra, pero sí estaba disponible para todos los
creyentes de Cristo, y con toda la bendición de la obra redentora. La Biblia
dice: “Por Su sangre tenemos la Redención”…(Ef. 1:7)
Los que nos hemos
convertido a Cristo con toda plenitud, el reino de los cielos ya está
establecido en nuestros corazones y tenemos por supuesto derecho a todo el beneficio
de la Redención.
Esto incluye salud, santidad, autoridad total contra la muerte
y autoridad total de Dios contra toda maldición. ¡Aleluya!
Por la redención
Cristo restauró todo lo que se perdió por el pecado de Adán. Quiere decir que
podemos reclamar todo lo que el hombre tenía en su estado original. Esto
incluye un cuerpo físico y un gran intelecto, salud y vida como la que tenía
Adán antes del pecado.
Las personas de fe son las
que se apropian de todas las bendiciones del reino de Dios. Si hay fe nos
apropiamos de todo lo que Adán tenía antes del pecado.
El ayuno es decisivo en
esto. Muchos oran a veces por años sin grandes resultados, y en cuanto ayunan
siete, diez o veintiún días sin entregar y orando eficazmente encuentran que
Dios les contesta y les resuelve los problemas en forma gloriosa, y crecen en
forma espiritual como nunca antes. La Biblia confirma esto muy claramente. Joel 2:12 dice:
Note que es ayunando y orando con
lágrimas y gemidos. Es rasgando nuestros corazones delante de Dios. (Oración en
el Espíritu) Vea nuestro libro “La Ciencia de la Oración”.
Es necesario este tipo de
batalla, ya que es grande lo que la redención compró para nosotros y el diablo
va a hacer lo indecible por robarte aunque sea parte de ello. La redención nos
dio de nuevo todo lo que el hombre tenía antes del pecado.
El pecado fue el que
trajo la enfermedad y la muerte y todas
las maldiciones relacionadas. Cristo nos redimió y toda maldición fue
crucificada. Él fue hecho maldición por causa nuestra. El pecado, la enfermedad
y la muerte fueron vencidos, y todo lo que sea maldición fue quitado por la
obra redentora de Jesús en el Calvario. ¡Aleluya!
Esto es increíble para algunos,
pero la redención nos dio autoridad sobre la muerte. Esto lo enseña la Biblia…
Tenemos
derecho a más de lo que tuvo Adán y los antediluvianos, ya que ellos estaban
aún bajo la maldición. Nosotros estamos bajo la sangre redentora de Cristo. Si
estamos bajo la redención, no estamos bajo la muerte. El mensaje del Evangelio
del reino es mensaje de vida y poder.
Sólo por la fe lo podemos poseer. Por la
Palabra lo recibimos. Su palabra es vida
y medicina para todo nuestro cuerpo.
(Pr. 4:20-22)
Ahora habiendo sido
redimido por Cristo, estamos en la misma situación en que estaba Adán antes del
pecado.
La vida de Cristo puede
sostenemos. La Biblia dice: “En Él estaba la vida, y
la vida era la luz de los hombres”. (Juan 1:4) Nos podemos mantener
vivos y en salud por la fe en lo que Cristo ya compró con Su Sangre. Por su Sangre
ya no estamos bajo el pecado que es el que causa la muerte. ¡Aleluya!
Esto suena increíble, pero
es lo que enseña la Palabra. Para apropiarnos de este maravilloso beneficio de
la redención ¡Hay que vivir la Palabra! Ore, ayune y reclame. Medite en la
Palabra sin cesar. Ese es el pan de vida.
Reclama en ayuno y oración que tu vida
se restaure totalmente al estado original antes del pecado.
Conforme a la redención que
ya Cristo obró en la cruz, tienes derecho a hacerlo. ¡Gloria a Dios! Reclámalo
en ayuno y oración y con la Palabra que le da la autoridad. Cristo dijo: “He venido para que en mí
tengan vida y para que la tengan en abundancia”. (Juan 10:10) Es abundancia en todo sentido. Abundancia en todo sentido.
Abundancia de días. Perfecta salud, vigor, y santidad, gozo y paz que sobrepuje
todo entendimiento. Esto es para las nuevas criaturas en Cristo. Es para los
hijos de Dios. Es victoria total. Es total redención para el hombre. Es la vida
de Cristo en los creyentes. ¡Aleluya!
Cristo dijo: “Este Evangelio del reino
será predicado a todas las naciones y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14) Es el Evangelio de total redención, o sea de vida y poder total
de Cristo en cada creyente.
En él se cumple lo que Cristo dijo para este último
tiempo; "que haríamos Sus obras y aún mayores".
(Juan 14:12) Es autoridad total
del creyente contra toda maldición, incluyendo todo tipo de enfermedad, todo
tipo de demonio y la muerte. Para que se cumpla esto en nosotros tenemos que
vivir la Palabra de Dios (Joel 2:12) y conseguir que se restaure plenamente nuestra relación con Dios
como fue con Adán antes del pecado. Así podremos hacer la obra de los últimos
días sin que nada ni nadie nos lo pueda impedir.
Antes no se nos ocurría
orar a Dios por la dentadura ni por los sobrepesos, o los pies planos. Pero,
estaban bajo la redención. Apenas tuvimos convicción en la Cruz, comenzamos a
orar por ello, Dios no falló en sanarlos...
El evangelio del reino es
Evangelio de redención total para el hombre. Es necesario predicar el Evangelio
completo a esta última generación. Una buena nueva de que somos libres de toda
maldición por la fe en la redención que es en Cristo. Hay que predicarle a la
humanidad que toda maldición fue crucificada, y podemos recobrar el total estado
original de antes del pecado. Libres de enfermedad, muerte, pecado, efectos de
la vejez y de toda otra maldición, y movernos con toda la autoridad de Dios. (Mateo 10:7-8) Esto parece un sueño,
pero Cristo dijo: “Si permanecéis en mí, y mis Palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queréis, y os será hecho”. (Juan 15:7)
Todo lo que está conforme a Su Palabra, por la fe lo podemos
obtener. Cristo nos redimió y nos dio victoria total como la tenía Adán en su
cuerpo físico antes del pecado. Sólo por
la fe lo podemos arrebatar para volar en el Rapto que viene, y antes del Rapto,
guiar a miles que están en tinieblas, a la verdad gloriosa de Cristo Jesús y Su
redención total para el hombre. ¡Gloria a Dios!
Hay que predicar la fe de la redención total de Cristo para el hombre. Esto quitará la cubierta de
incredulidad que hay sobre la iglesia.
Esta predicación provocará
un gran cambio. Hay que predicar vida en vez de muerte. Hay que convocar al pueblo a ayunar y a
orar por un avivamiento final del poder resucitador de Cristo. Es tiempo de
predicar el Evangelio del reino. La fe viene por el oír la Palabra. Los muertos
no podrán ser resucitados hasta que primero no tengamos total autoridad y
dominio sobre la muerte, y todos los agentes que causan la muerte. Nuestra fe
tiene que ejercitarse por el oír la Palabra de Dios, y desarrollarse por el
ayuno y la oración, para poder provocar a Dios a obrar la plenitud de lo que la
redención compró para nosotros. Todo es posible por la fe.
Cristo recuperó para
nosotros todo lo que Adán perdió. Recuperó para nosotros la vida que Adán
perdió por el pecado. Por la fe en Su Redención podemos vencer la muerte. Cristo
dijo: “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”. (Juan 11:26) En Cristo está la
vida. El que cree en el Hijo tiene vida eterna, y pasó de muerte a vida. (Juan 5:24)
Esto hay que reclamarlo y apropiárselo por la fe. La muerte
tiene que ver con el diablo, y Cristo le llamó asesino y mentiroso. La muerte fue vencida por Cristo,
recuperando así lo que Adán tenía antes del pecado. ¡Gloria a Dios!
Si no toleramos el pecado
en nuestro cuerpo tampoco debemos tolerar las maldiciones que vinieron por el
pecado: la enfermedad y la muerte. Si lo creemos de todo corazón, y lo
reclamamos, y peleamos por ello con armas de justicia, lo tenemos. De otra
forma el diablo nos pone lo que ya Cristo crucificó en la cruz. Él fue hecho
maldición, y llevó la enfermedad, y por Su muerte en la cruz quito la muerte, y
sacó a la luz la vida. (Mateo 8:17; 2 Ti. 1:10) Él murió en nuestro lugar para que vivamos. (Hebreos 2:9) Él destruyó por la
muerte, al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo. (Hebreos 2:14)
Cristo venció la
muerte y nos dio la autoridad contra ella y contra todo poder del enemigo. Él
vino a destruir las obras del diablo. (1 Juan 3:8) Eso incluye la muerte, la enfermedad y otras circunstancias
negativas provocadas por el pecado, como son la tristeza, las anormalidades
físicas, la vejez, la debilidad, los malos hábitos y otros. El Hijo de Dios nos
hizo verdaderamente libres (Jn. 8:36).
Pero tenemos que pelear
la buena batalla de la fe, utilizando las armas no carnales, poderosas en Dios
para derribar todas esas fortalezas que el diablo aún mantiene en pie a pesar
de estar derrotado.
La muerte es la paga del pecado. Es una maldición, y el diablo
la opera en los pecadores, y en los creyentes que no tienen fe para apropiarse
de lo que Cristo conquistó para nosotros con Su muerte. No olvide, que por la
redención es igual a los días de Adán antes del pecado. ¡Aleluya! En Romanos 8:19-22 dice, que toda la
creación gime en espera de la manifestación de los hijos de Dios. Fíjate que no
es que gimen para que Cristo venga, sino para que se manifieste en los hijos de
Dios lo que ya Cristo compró en la Cruz del Calvario. Esto le muestra que es de
la Iglesia del Señor que depende la obra para los oprimidos.
Cristo compró redención total para el hombre.
Espíritu, alma y cuerpo fueron liberados. Debemos estar conscientes de la
herencia de la total redención de CRISTO.
Hay
que apropiársela por medio de la fe.
La
enseñanza de la Palabra de Dios sobre ese tema, trae la fe para que podamos
recibir el beneficio total de la redención.
Cristo pagó el precio total
de la
redención para el hombre.
Todas las maldiciones fueron quitadas, incluyendo la
muerte.
Para recibir la plenitud de
la vida de Cristo que está disponible para nosotros por la Redención, es
necesario recibir el bautismo de fuego. Ese fuego consumidor combate la enfermedad,
el pecado, la tristeza, el envejecimiento y aun la muerte misma. Ese fuego es sustancia
de Dios, por lo tanto es sustancia de vida y está disponible para todos los
creyentes del Evangelio por la obra redentora de Cristo, que nos trae al estado
original de vida de Adán antes del pecado. Esto hay que reclamarlo. Pida a DIOS QUE LE LLENE DEL ESPÍRITU SANTO Y DEL FUEGO DE LA
VIDA DE DIOS, que al entrar, sana y repone las
partes afectadas de nuestro cuerpo físico.
¡Gloria a Dios!
Estamos a punto de
terminar la dispensación de la gracia. Por lo tanto, es necesario que tengamos
el bautismo de fuego para mantenernos en salud, vigorosos para llevar a cabo la obra gigante
del último tiempo. Pídalo y recíbalo. El llamado es claro y decisivo. Jesús
dijo: “Predicad
diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad
leproso, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de
gracia” (Mateo
10:7-8) Es la comisión de este tiempo. El Evangelio de levantar los
muertos tiene que predicarse para que luego pueda manifestarse. La fe viene por
el oír. (Ro. 10:14-17).
Según entremos en la esfera
de mayor fe, por el ayuno, la oración y la Palabra, vamos a sentir la carga de
levantar los muertos como Cristo lo ordenó. Es parte del evangelio que tiene que
predicarse y vivirse en este tiempo final e instrumento poderoso para ganar
almas y que hasta los ateos crean. (Hechos
9:42)
El bautismo de fuego es una
experiencia con el fuego de Dios que se puede sentir y poseer. Este fuego
consume todo lo que es tinieblas y maldición. Al recibirlo se puede
testificar, pues es una experiencia
sobrenatural. En las campañas muchos testifican cómo un calor entro en sus
estómagos y la hernia desapareció. Otros dicen que un calor fluyó por el
vientre y el sobrepeso desapreció y la cintura quedo flexible.
En este tiempo
final, los siervos de Dios tienen que levantarse y llevar el mensaje completo
de la redención y del Evangelio del reino y levantar los muertos y ministrar el
bautismo de fuego, para que millares estén preparados para el rapto y se salven
de la condenación. Para eso tiene el pueblo que lanzare al ayuno y la oración
rompiendo toda la oposición del diablo y
provocando el avivamiento que necesitamos. ¡Aleluya!
¡Dios les bendiga!